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Volumen 15, número 4
Dic / Ene 2024 . vol. 15 / núm. 4

Tumores óseos primarios en perros

Cómo abordar esta enfermedad cuando se encuentra en caninos

Por Katie Hoddinott, DVM, DVSc, BSc, DACVS-SA

CIRUGÍA



Escrito por Katie Hoddinott, DVM, DVSc, BSc, DACVS-SA

Cómo abordar esta enfermedad cuando se encuentra en caninos

Los tumores óseos primarios surgen directamente del hueso y pueden incluir osteosarcoma, condrosarcoma y fibrosarcoma, entre otros tipos de neoplasia. El osteosarcoma es el tumor óseo primario más común en perros representando de 85% a 98% de todos los tumores óseos.1,2 Los tumores óseos pueden surgir ya sea en el esqueleto apendicular o axial, con 75% de tumores surgiendo en el esqueleto apendicular.1,3 Además, los tumores óseos primarios tienen predilección por el hueso metafisario, siendo los sitios más comunes el radio distal, el húmero proximal, el fémur distal y la tibia proximal.1,2 Los tumores óseos primarios se presentan con mayor frecuencia en perros de razas grandes y gigantes, en la población de mediana edad a mayor, tienen predilección por perros machos.3,4

Presentación clínica  
La mayoría de los perros que presentan un tumor óseo primario tendrán antecedentes de cojera aguda o progresiva, una masa ósea palpable y diversos grados de dolor localizado.1,2 La cojera puede ser inicialmente sutil, pero puede progresar rápidamente a una cojera sin apoyo de peso debido a dolor óseo o la presencia de una fractura patológica.2,5,6

Diagnóstico  
Inicialmente se puede hacer un diagnóstico tentativo de un tumor óseo primario basándose en el historial, la señalización y los hallazgos del examen físico y ortopédico. Sin embargo, se logra más evidencia para respaldar el diagnóstico a través del diagnóstico radiográfico local de una lesión ósea agresiva.1,2 Es importante considerar otras causas de lesiones óseas agresivas, tales como osteomielitis bacteriana o fúngica, en relación con su riesgo de enfermedad regional.

Un diagnóstico definitivo requiere muestreo directo de los tejidos afectados, ya sea mediante aspiración con aguja fina y evaluación citológica o biopsia ósea para un diagnóstico histopatológico. La citología tiene una alta probabilidad de diagnosticar correctamente tumores óseos, con una sensibilidad de 97% para diagnosticar un sarcoma y una sensibilidad de 100% para diagnosticar un osteosarcoma cuando se aplica una tinción de fosfatasa alcalina (FAL).7 Las aspiraciones con aguja fina deben realizarse con guía por imágenes cuando sea posible; las muestras deben recolectarse del centro de la lesión, no de la periferia.8 La biopsia ósea proporcionará el diagnóstico más definitivo, ya que no sólo puede determinar el tipo de tumor sino que también puede proporcionar clasificación histopatológica, la cual puede influir en el pronóstico general.9 Se debe considerar un diagnóstico histopatológico previo al tratamiento cuando un diagnóstico citológico no ha tenido éxito, si existe un alto riesgo de diagnóstico de osteomielitis bacteriana o fúngica (ya que las recomendaciones finales de tratamiento pueden diferir) o si el pronóstico afectaría la toma de decisiones del cliente.

Más allá de la enfermedad local, se deben realizar más pruebas de estadificación oncológica antes de considerar las opciones de tratamiento. Las pruebas de estadificación tienen como objetivo observar la salud sistémica general, la enfermedad metastásica y otros procesos patológicos concurrentes. Como la mayoría de los animales con tumores óseos primarios son de edad avanzada, incluso una enfermedad concurrente puede alterar la toma de decisiones del cliente con respecto al tratamiento. Se recomiendan diagnósticos de referencia que incluyen un hemograma completo, un perfil bioquímico y un análisis de orina. Se deberían evaluar pulmones, ganglios linfáticos locales y huesos para detectar enfermedad metastásica. Los pulmones se pueden evaluar mediante radiografías torácicas de 3 planos o, alternativamente, mediante una tomografía computarizada. Se pueden aspirar los ganglios linfáticos locales para una evaluación citológica. Los huesos se pueden evaluar primero mediante un examen ortopédico exhaustivo para detectar dolor óseo y los sitios de interés se pueden evaluar más a fondo mediante radiografías específicas. También se pueden considerar imágenes abdominales para descartar procesos patológicos concurrentes.

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