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Volumen 10, número 4
Abr / May 2016 . vol. 10 / núm. 4

Cambie su guion para arreglar sus relaciones con los gatos.

Vaya más allá de lo que alcanza la vista, y vea lo que sus pacientes felinos “malhumorados” y “exhaustos” intentan decirle en realidad mediante su lenguaje corporal.

Por Elizabeth Colleran, DVM, DABVP (feline practice)

DESAFÍO DE LIDERAZGO



Vaya más allá de lo que alcanza la vista, y vea lo que sus pacientes felinos “malhumorados” y “exhaustos” intentan decirle en realidad mediante su lenguaje corporal.

Elizabeth Colleran, DVM, DABVP (feline practice)

Los gatos no tienen una opinión acerca de cómo los describe usted. Los que a ellos les interesa es cómo esta experiencia, en este momento, se compara con eventos similares. Sin embargo, el cómo describimos nosotros el estado emocional de un gato tiene un impacto tremendo en las personas que nos rodean. Primero, necesitamos estar correctos en cuanto a nuestra interpretación de la expresión facial y las posturas corporales. A continuación, necesitamos explicarles de manera precisa las emociones del gato a las personas que interactuarán con él. Necesitamos usar las palabras que son descriptivas, sin agregarle alguna interpretación negativa.

Palitos y piedras
Las palabras no solamente nos afectan de modo temporal –nos cambian. Las actitudes son contagiosas y pueden afectar a las personas que se encuentran cercanas a un gato que muestra cierta actitud, la cual, a su vez, influye en su conducta. Por ejemplo, si un amigo describe a alguien, que usted nunca ha conocido, como mandón o dominante, cuando usted conoce a tal persona, el tono y lenguaje corporal de usted, pueden ser más bien distintos, que si a la misma persona se la hubieran descrito como encantadora y considerada. Del mismo modo, nuestra descripción de la actitud de un gato influirá en cómo el personal y otros veterinarios interactuarán con el paciente.

En entrevistas grabadas y conducidas por Veterinary Medicine, al gato que aparece en la siguiente página se le describió como “regañado”, “desesperado”, “peligroso” y otra serie de descriptores impublicables. De hecho, el gato se encuentra aterrorizado. El miedo es una respuesta que permite evitar un peligro percibido. La ansiedad proviene de la anticipación de un evento adverso con base en una experiencia previa negativa, o dolorosa. Las experiencias previas en el ámbito veterinario pueden predisponer a los pacientes a reaccionar con temor a partir de un evento recordado o a reaccionar del mismo modo a un cambio en las circunstancias.

Ya que las orejas son muy sensibles, un gato atemorizado las volteará hacia atrás, presuntamente para protegerlas de un daño anticipado. Debido a que las palabras utilizadas para describir al gato de la derecha tienen connotaciones muy negativas, es más bien posible que a este gato se le haya manejado más agresivamente o con rudeza de lo que se debiera.  Es cierto que esta expresión facial indica que deberá tomarse precaución cuando se le maneje, pero no por eso es un gato malo.

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