Maternidad y medicina veterinaria
La maternidad envuelve a nuestras carreras, pero no terminan aún si alguna de nosotras elige abandonar la profesión.
La maternidad envuelve a nuestras carreras, pero no terminan aún si alguna de nosotras elige abandonar la profesión.
Dani McVety, DVM
“Ser una madre es exactamente lo que yo imaginé que sería”. Una amiga mía, que ha elegido no tener niños, dijo recientemente: “ser una madre, no es muy diferente a tener un perro”. Para ser justa, todas comprendemos este sentimiento como cuidadoras en el campo de veterinaria, pero tener un niño humano nos evoluciona fundamentalmente en maneras que casi ninguna de nosotras ha anticipado. Las prioridades varían desde ser una buena especialista en diagnóstico, hasta estar en casa para la comida; las aspiraciones de la carrera evolucionan desde poseer un consultorio hasta “hacer justo lo suficiente.” Y aun así, a través de este camino de ser madre, siento que como veterinarias no estamos cambiando solamente hacia ser madres, estamos convirtiéndonos en verdad en las cuidadoras que todas nosotras nos esforzamos por ser en primer lugar.
Sí, la maternidad cambió mi vida como veterinaria…
Antes de tener a mis propios niños, yo nunca me consideré a mí misma como una niña. Me sentía completamente inepta hablándole a humanos pequeños al inicio de mis veintes, tal vez debido a que desarrollé trabajos de niñera como adolescente, prefiriendo la compañía de los adultos o animales. El primer pañal que yo cambié fue el de mis propios hijos. De hecho, nosotros habíamos tenido nuestro primer niño a propósito durante la carrera de veterinaria, planeado entre semestres (de tal manera, que pudiéramos graduarnos y tener tiempo para hacer consultas antes de tener un segundo hijo).
Ahora mi hijo más grande tiene 10 años y comprendo cuánta de mi carrera ha sido delineada por él y su hermana (ahora de ocho años de edad). Y con un tercer niño en camino, mis decisiones giran constantemente alrededor de ser la mejor madre y esposa que pueda ser, lo cual incluye llevar una vida balanceada y dirigida por propósitos.
He hecho una carrera y tomado decisiones de negocios, que nunca me hubiera imaginado como una mujer más joven y ambiciosa, dando pláticas en eventos de pequeñas escuelas y llevando a cabo reuniones remotas desde mi carro en la escuela haciendo fila para recoger a mis hijos. Y todavía los comentarios más significativos que he escuchado, no son acerca de negocios, sino más bien acerca de ser una buena madre. Luego de muchas discusiones con otros padres, no soy la única que se ha encontrado a si misma dándole prioridad a los niños y a la familia, por encima de la carrera para la cual trabajé tan desesperadamente duro para lograr.