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Volumen 9, número 4
Feb / Mar 2015 . vol. 9 / núm. 4

Rondas clínicas: Carcinoma de células transicionales

Cientos de perros desarrollan cada año esta forma de cáncer, Siga, cómo estos clínicos hurgan en las particularidades de un caso en un Chihuahua senil y vea cómo puede prolongar la supervivencia en el siguiente paciente que usted diagnostique con este tipo de neoplasia.

Por Jennifer L. Scruggs, DVM, PhD,


RONDAS CLÍNICAS. Artículo arbitrado

Cientos de perros desarrollan cada año esta forma de cáncer, Siga, cómo estos clínicos hurgan en las particularidades de un caso en un Chihuahua senil y vea cómo puede prolongar la supervivencia en el siguiente paciente que usted diagnostique con este tipo de neoplasia.

Jennifer L. Scruggs, DVM, PhD, Nathan D. Lee, DVM, DACVR (radiation oncology), Joseph W. Bartges, DVM, PhD, DACVIM, DACVN, Rachel Seibert, DVM, Sara D. Allstadt, DVM, DACVIM (oncology), Jennifer Bernard, DVM, DACVP, Silke Hecht, Dr. med. vet., DACVR, DECVDI, Amanda Callens, BS, LVT

El carcinoma de células transicionales (CCT) es el cáncer de vías urinarias más frecuente en perros, afectando a cientos cada año.1-4 Los factores de riesgo para desarrollar CCT son múltiples e incluyen obesidad, sexo femenino, exposición a productos de control de pulgas de una generación más vieja y exposición a herbicidas y pesticidas.2,5-8

Terriers escoceses, perros ovejeros Shetland, beagles, fox terriers de pelo de alambre, y West Highland terriers tienen una predilección para desarrollar CCT.2,5-8 El Terrier escocés es la raza en mayor riesgo de desarrollar este tumor-un índice de 18.09.2 Además, las perras obesas expuestas a insecticidas tienen 28 veces más la probabilidad de desarrollar CCT que las perras de peso normal.6,8 De manera interesante, consumir vegetales por lo menos tres veces a la semana, además de una dieta normal, parecen reducir el riesgo de desarrollar CCT en perras.9

Se ha propuesto un “efecto de campo” para estos tumores y se refiere a los cambios multifocales que suceden en la vejiga como resultado de exposición a carcinógenos en la orina, lo cual ocasiona cambios malignos a través del epitelio vesical. Las metástasis hacia los ganglios linfáticos regionales y los pulmones se observan en casi uno de seis casos al momento del diagnóstico, pero es más común más adelante en el curso de la enfermedad, con casi la mitad de los perros desarrollando metástasis hacia ganglios linfáticos, pulmones, otros órganos abdominales o huesos al momento de la muerte.5,10,11

Los perros generalmente se presentan con signos de vías urinarias bajas (por ejemplo, hematuria, estranguria, polaquiuria, disuria) y muchos tienen infecciones de vías urinarias concurrentes (IVU) que podrían retardar de manera inicial el diagnóstico. Resolver la infección puede aliviar de manera temporal los signos clínicos y los pacientes se presentan a menudo con historias de signos en vías urinarias bajas de varios meses. Una perra de edad media con su primera IVU deberá dar pie a imágenes de la vejiga para descartar cálculos vesicales o masas en la vejiga.

PRESENTACIÓN DEL CASO
Al University of Tennessee Veterinary Medical Center llevaron a una perra chihuahua, esterilizada, de casi 16 años y 2.5 kilogramos, para evaluar una masa vesical sospechosa que encontró el veterinario de atención primaria en el examen ultrasonográfico. Los propietarios informaron que la perra tenía antecedentes de hematuria por casi tres meses antes de la presentación.

Pruebas de diagnóstico
Las pruebas primarias incluyeron un examen físico completo, hemograma, un perfil químico sérico y urianálisis, y un examen ultrasonográfico abdominal, un examen radiográfico abdominal y torácico (de tres vistas) y cultivo urinario. El examen ultrasonográfico abdominal mostró engrosamiento de la pared vesical con dos masas que medían de 0.38 x 0.64 cm y 1.9 x 2.3 cm y extendiéndose a lo largo de la pared craneodorsal y craneoventral de la vejiga. No se observaron más anormalidades. Las radiografías torácicas y abdominales no revelaron anormalidades, ni evidencia de enfermedad metastásica.


>>>1. Imagen citoscópica del tumor de la perra revelando una masa polipoide y zonas de necrosis y mineralización distrófica.

La perra se anestesió y se colocó en recumbencia dorsal para el examen citoscópico, el cual reveló múltiples masas botrioides a lo largo de la pared vesical dorsal cerca de los uréteres (Figura 1). El examen histopatológico de las muestras de biopsia revelaron CCT y el cultivo resultó positivo para especies de Enterococcus, que eran susceptibles a amoxicilina-ácido clavulánico.

Tratamiento
No fue posible la extirpación quirúrgica debido a la proximidad del tumor hacia los uréteres. El tratamiento inicial incluyó quimioterapia con mitoxantrona, administrada de manera intravenosa cada tres semanas a la dosis de 5 mg/m2 en conjunto con piroxicam, oral, diario, a la dosis de 0.3 mg/kg. Se realizó un conteo sanguíneo completo antes y siete días después de cada tratamiento con la mitoxantrona. De manera intermitente se llevaron a cabo perfiles químicos séricos.

Seguimiento
El tratamiento con mitoxantrona se continuó cada tres semanas y se practicaron pruebas de reclasificación cada seis semanas con el propósito de monitorear el estado del tumor. La reclasificación consistió de radiografías torácicas de tres vistas, radiografías abdominales de dos vistas y ultrasonografía abdominal para monitorear el tamaño del tumor primario, así como monitorear en búsqueda de evidencia de desarrollo de metástasis. Durante cuatro meses, el tumor permaneció estable con base en las imágenes y los signos clínicos.

Para el momento en que llevaron a la perra para su séptimo tratamiento con mitoxantrona, el propietario observó que estaba menos activa y que era más desinteresada acerca de lo que deseaba comer.Un conteo sanguíneo completo, perfil químico sérico, urianálisis y cultivo urinario, así como imágenes abdominales y torácicas, no pudieron explicar el cambio en la calidad de vida de la perra. No había evidencia de enfermedad metastásica que pudiera documentarse y el tumor parecía estable aparentemente en el examen ultrasonográfico abdominal. El propietario prefirió decontinuar el tratamiento, ya que los signos clínicos de la perra se debían presuntamente al tratamiento con la quimioterapia.

Un mes más tarde, llevaron a la perra con su veterinario de cabecera debido a que se encontraba letárgica. Las pruebas sanguíneas revelaron hiperglicemia severa, azoemia y elevada actividad de las enzimas hepáticas. El propietario prefirió aplicar la eutanasia de manera humanitaria en ese momento. El tiempo de supervivencia de la perra, desde el diagnóstico hasta la muerte, fue de cinco meses. No se practicó necropsia para confirmar la causa de la declinación de la calidad de vida de la perra.


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