
Todavía estamos preocupados con la rabia (¡y usted debería estarlo también!)
Ya sé lo que está usted pensando: “¿No habíamos acabado con la rabia?” depende de la especie domestica de la que hablemos. En perros es casi perfecto. En gatos, no tanto.
Ya sé lo que está usted pensando: “¿No habíamos acabado con la rabia?” depende de la especie domestica de la que hablemos. En perros es casi perfecto. En gatos, no tanto.
Jenifer Chatfield, DVM, DACZM
La rabia ha sido un tema de salud publica en los Estados Unidos casi desde el principio de la misma nación. Parece que la enfermedad se originó en el viejo mundo (es decir, Europa) con el primer brote probablemente en Boston hacia finales de 1700. Desde entonces se han hecho grandes esfuerzos para el control y prevención de la enfermedad, ya que el misterio de la epidemiología del virus se ha iluminado. En estos días, la profilaxis post exposición ya no incluye la remoción del frenillo (la membrana mucosa que fija la lengua) o sumergir de manera repetida al paciente en una poza o en aceite caliente cuando no está disponible una poza.1 ¡Gracias a Dios!
Desde “perros locos” hasta la vida silvestre
Durante siglos resultó claro que los encuentros con “perros locos” eran responsables para gran parte de las transmisiones a humanos, aún cuando se entendía poco con precisión del hecho. No fue hasta hace poco en la década de1960, que las mordeduras de perros eran la causa más común de rabia en personas en Estados Unidos.2
Desde entonces, los reservorios en la vida silvestre se han vuelto la fuente predominante de los brotes de rabia y de las subsecuentes exposiciones a humanos en Estados Unidos. Durante las últimas cuatro décadas, los animales domésticos han sido reemplazados por la vida silvestre como la fuente mas común de exposición humana y la eliminación de la enfermedad en la vida silvestre no parece probable. Diferentes reservorios de vida silvestre mantienen la rabia en diferentes regiones en Estados Unidos: zorro, mapache, murciélago y zorrillos.
A pesar del hecho que la rabia continúa proporcionando un riesgo a la salud pública, muchos veterinarios no reconocen su persistencia. Los clínicos no son los únicos que llevan lentes color de rosa y olvidan que la vacunación sola no es la “bala de plata” para el control continuo de esta enfermedad casi 100 % mortal. Si la vacunación es la base del control de la rabia, entonces el control animal es la piedra filosofal. De hecho, la eliminación eventual de la población masiva de perros castrados contribuyó por lo menos tanto como las campañas de vacunación a eliminar la rabia canina en Estados Unidos.1