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Volumen 10, número 1
Ago / Sep 2015 . vol. 10 / núm. 1

El costo de atender

La Dra. Heather Lewellen, editor médico de Veterinary Medicine comparte su propia historia de estrés traumático secundario

Por DVM, Heather Lewellen

RETO PARA EL LIDERAZGO

La editora médica de Veterinary Medicine, la Dra. Heather Lewellen, comparte su propia historia de estrés traumático secundario.

Para usted es un diagnóstico devastador. No existe vacuna contra ello. Puede acercarse sigilosamente, sin advertencia alguna. Estrés traumático secundario. Me sucedió a mí y ahora sé que no estoy sola.

Como recién egresada de una facultad de veterinaria, quería comerme al mundo. No me levanté un día y dejé de atender; fue un asunto gradual. Muerte por miles de cortes –una eutanasia difícil, aquí, un cliente gritándome, por acá. Atendí un consultorio de pequeñas especies durante nueve años, uno de ellos en urgencias. Por nueve años me desangré lentamente, hasta que ya no tenía sangre.

El resultado final para mí es que ya no atendía a nadie. Carecía de la energía o del deseo de actuar como defensora de los animales. Si recomendaba algo en el mejor interés de la mascota y el propietario lo rechazaba, me encogía de hombros y, decía, “Ok”. Esa no era la manera de practicar la medicina veterinaria y yo lo sabía. Y, por eso, dejé la clínica.

El problema radica en que el tipo de personas que ingresan a las profesiones de la salud, que se desarrollan bien allí, tienden a ser también del tipo de personas predispuestas a desarrollar estrés traumático secundario. Desde que abandoné la práctica, he escuchado que varios de mis compañeros consideran ahora dejar la práctica. Pienso que ellos aún trabajan ahí. Comprendo que una profesión puede ser como una relación, con sus altibajos.

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